
Según las estadísticas, una de cada cuatro mujeres sufre malos tratos por parte de su pareja en el mundo. Se consideran malos tratos la violencia física o verbal que un miembro de una pareja infringe sobre la otra persona, normalmente la mujer, aunque no siempre.
Los datos apuntan que si hay niños en el núcleo familiar, es más probable que haya violencia, sobre todo durante el embarazo o tras el nacimiento. Y esta se trata de una estadística terrible, ya que los niños, sean o no foco de las agresiones, sufren enormemente las consecuencias a lo largo de su vida si no reciben ayuda.
Los niños no solo sufren si son diana del maltrato. También si presencian que su madre o su padre son vejados física y verbalmente, si tienen que defender a alguien de su familia, si como consecuencia de la violencia son desatendidos (no se les prepara comida, no se les lava, no se cuida de ellos…), si deben huir de la casa o si ven cómo uno de sus progenitores les abandona.
¿Qué efectos tiene para los niños convivir con la violencia?
En niños pequeños, los efectos suelen ser estos;
- Gran angustia
- Ansiedad
- Dolores de barriga o de cabeza
- Descontrol de esfínteres
- Problemas de sueño
- Mal carácter
- Vuelta a comportamiento más infantil
En niños o adolescentes, su comportamiento es diferente. Los varones suelen tener estos efectos;
- Agresividad y violencia
- Desobediencia
- Cuestionamiento de la autoridad
- Faltas en clase
- Abuso de alcohol y drogas
Por su parte, las chicas suelen expresar su dolor de esta forma;
- Aislamiento
- Ansiedad
- Depresión
- Baja autoestima
- Somatización en el cuerpo a través de diferentes dolores
- Trastornos de alimentación
- Autolesiones
Evidentemente, cada niño se expresa de una forma y todos los efectos pueden darse tanto en niños como en niñas. En ambos casos pueden tener peor rendimiento en el colegio, así como expresar síntomas de estrés postraumático y problemas de sueño.
A largo plazo, los efectos se agravan. Un niño que ha sido víctima de violencia o testigo de la misma en su núcleo familiar tiene más probabilidades de perpetuar el mismo modelo de conducta volviendo a ser víctima de abusos de adulto o por el contrario, abusador.
Si por el contrario no perpetúan ese rol, es muy probable que tengan ciertos problemas para tener relaciones con otras personas y pueden desarrollar ansiedad y depresión.