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17 SEPT
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Mepiar/
Infancia psicologia /
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Muchos padres manifiestan que de pronto su hijo comienza a tener un comportamiento agresivo tanto físico como verbal. La agresividad, según los expertos, es normal en ocasiones, pero debe ser controlada para que no lleve a más.

De hecho, muchas veces el comportamiento enmascara una provocación por parte del niño para que los progenitores pongan límites a su comportamiento, como una enseñanza más. Igual que les indican cómo caminar o cómo comer, también deben enseñarle cómo enfadarse.

¿Qué entendemos por conducta agresiva?

Una actitud agresiva se expresa a través del daño físico o psíquico a otra persona, intencionado, como palabrotas, patadas, arañazos, mordiscos, empujones, tirones de pelo…

¿Cómo debe controlarse un comportamiento agresivo del niño?

El enfado y la frustración corresponden a una etapa en la que el niño está explorando sus límites y nuevas sensaciones que antes no ha experimentado. Por ello no hay que dejar pasar estos brotes.

  • En ningún caso la agresividad debe ser contestada con más agresividad. De este modo estaremos mostrando al niño que este es el lenguaje que hay que usar, que este es un patrón de comportamiento correcto.
  • Los mensajes hacia los niños deben ser cortos, claros y directos. ‘No se pega’, ‘no se muerde’, ‘no se rompen cosas’. Como hemos apuntado en alguna ocasión, no hay que perder tiempo dando explicaciones elaboradas que no van a comprender, pero sí debemos usar un lenguaje verbal y no verbal adecuado. Hablarles a su altura, a los ojos, con voz firme y tranquila, semblante serio, sin estar enfadados. Ante agresividad, calma.
  • También es efectivo practicar pequeños castigos asociados con su actitud para que no la repita. Por ejemplo, si comienza a pegar o a revolverse cuando está en brazos, se le baja y se le comunica que no se le va a volver a coger en brazos hasta que no pare.
  • Es muy probable que el niño sea hostil porque tiene un entorno hostil en el que hay cierta agresividad que él imita. Debemos cerciorarnos de que tiene relaciones sanas y normales con otros niños, que no se mete en peleas
  • Hay que evitar centrar la atención en el comportamiento negativo, porque entonces le estamos comunicando al niño que una manera correcta de ser atendido es portarse mal. Hay que potenciar más lo correcto.

¿Cuáles son las causas?

La agresividad infantil puede venir motivada por miles de causas distintas, tantas como entornos familiares.

  • Imitación. Los niños copian su comportamiento, por lo que quizás si en nuestro núcleo familiar hablamos a gritos, respondemos con agresividad, tenemos ciertos cuadros de violencia… el niño los ve y los copia.
  • Frustración. Es posible que no hagamos más que perseguir al niño para que haga sus deberes, acuda a sus clases extraescolares, necesitamos que todo sea perfecto y no hacemos más que corregirle y reñirle. El pequeño responde ante toda esta presión con agresividad que en realidad esconde frustración y enfado.
  • Demasiado control. Quizás el pequeño ya se siente capaz de comer solo, de ir al baño, de guardar sus juguetes o de dormir con la luz apagada y los padres están sobreprotegiéndole y agobiándole, haciéndole sentir un poco inútil. Por muy pequeño que sea, puede empezar a ser independiente y si no lo consigue, se enfada y molesta.
  • Poco refuerzo positivo. Como comentábamos antes, si solo se llama la atención del niño cuando se porta mal y ante sus logros no se le felicita, él entiende que la forma correcta de recibir atención de sus padres es portarse mal y ser agresivo.

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