
Uno de los mayores temores de los padres es que su hijo no quiera estudiar o se revele contra los planes establecidos por él y tampoco se incline por elegir ningún trabajo, convirtiéndose en lo que se conoce popularmente como un ‘ni-ni’, ya que ‘ni estudia, ni trabaja’.
¿Qué puede llevar a un chico a no querer trabajar ni estudiar? Muchos factores pueden llevar a que el adolescente llegue a ese punto. El primero de todos, el ambiente de pesimismo y crisis que ahora mismo reina en la mente de muchas personas.
La sensación de que no importa lo que el individuo haga, ya que la sociedad le va a ‘castigar’ con el paro, provoca que mucha gente sienta que para eso no hace falta esforzarse, que estudiar o trabajar es perder el tiempo.
Además, el adolescente está pasando por una etapa muy complicada y convulsa de su vida en la que se plantea cada aspecto de su existencia y entre todo ello, surge el estudio y el trabajo como punto de conflicto.
La inseguridad propia de esta etapa también lleva a que el adolescente rechace todo lo que forma parte de su vida y que antes no se habían planteado.
Si los padres además presionan y ‘obligan’ al adolescente a estudiar o a trabajar en algo concreto, es fácil que se rebote y solo por generar conflicto y reivindicar su propia voz quiera cambiar de rumbo de todas, todas.
A este panorama hay que añadir que vivimos en la sociedad de lo rápido y sencillo, en la que todo se consigue al instante y a demanda. Por ello, la idea de labrarse un futuro, la cultura del esfuerzo y de la renuncia, de invertir hoy para recoger dentro de un tiempo, no suele cuajar entre algunos jóvenes.
Aunque es muy complicado, es más sano que ante una posible discusión los padres dejen a un lado sus perspectivas de futuro para sus hijos. La proyección que los padres hacen en los hijos puede ser nefasta y animar a un adolescente enfadado al lado contrario.
Los padres deben ponerse en un plano de igualdad con sus hijos, hablando con respeto, escuchando y buscando un punto de entendimiento común. La única misión es encontrar qué es eso que puede ilusionar e inspirar al adolescente.
Otro de los puntos es conocer la razón de desmoralización con respecto a los estudios y al trabajo y cuál es el motivo principal que les ha llevado a tomar esa decisión. Es posible que no haya una en concreto o que no lo sepa explicar.
El adolescente necesita saber que se le está escuchando sin juzgar, que se le considera una persona adulta dueña de su destino y con capacidad de decisión. Debe notar que hay posibilidad de diálogo.
Los padres deben intentar ayudar a su hijo a generar similitudes entre asignaturas de estudios y posibles carreras, para poder ir buscando un posible camino que llame la atención al adolescente.
Se le debe animar a que practique deporte, para que rompa la dinámica de inactividad y pereza y sienta que cumple objetivos y que alcanza metas.
Es posible que el adolescente se sienta más inclinado a hablar con alguien externo de la familia y amigos, como un consejero o un pedagogo. Los padres no deben sentirse molestos por no ser ellos quienes hablen con su hijo, ya que el objetivo es que el adolescente encuentre un objetivo que le motive, más que que hable con ellos. Esa es otra batalla.