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12 JUN
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Para los hijos es extremadamente doloroso ver cómo sus padres tienen una relación tóxica, dolorosa e irregular viviendo juntos. Si no se han divorciado, pero tampoco luchan por recuperar su relación y tratarse con cariño y respeto, los hijos perciben un modelo de conducta perjudicial y dañina.

Los expertos apuntan que cada vez es más habitual ver a niños y adolescentes en las consultas de psicólogos por una vida de sufrimiento debido a la mala y dolorosa relación que tienen sus padres.

Suelen tener ansiedad y estrés, problemas de sueño y de alimentación, ciertas dificultades en el colegio o en el instituto y además, una responsabilidad exagerada por intentar arreglar la relación de sus padres o el mal ambiente en su casa.

En una sociedad de auto exigencia continua, en la que los adultos sienten presión por mejorar en sus carreras, llevar una vida sana o ganar dinero suficiente para todos los caprichos, los niños y adolescentes ven descorazonados cómo sus padres no se esfuerzan de la misma manera en ser felices de verdad.

Una pareja que no se quiere y que tiene un hogar en sus manos genera un sentimiento de tristeza y ahogo bajo su techo, lleno de rencor, enfados acumulados, ira y rabia, malas costumbres en la convivencia y en la resolución de conflictos, violencia en algunos casos…

Todo tiene solución, sea continuando en pareja o rompiendo la relación, pero siempre se será padres de unos niños que merecen un modelo de conducta ejemplar a imitar y sobre todo, amor y respeto.

Es importante que quienes discuten aparquen su enfado y hagan un esfuerzo sincero y transparente por ponerse en la piel del otro para saber qué es lo que le está ocurriendo a quien tiene enfrente.

Perdonar es importante, porque el rencor no lleva a ningún sitio, sobre todo si surge de algo que ocurrió hace años. Ese rencor nos lleva continuamente al pasado, algo que ya no podemos ni arreglar ni cambiar.

Además, los padres tienen la responsabilidad de dar lo mejor a sus hijos y deben pensar que ellos no merecen un ambiente sucio, lleno de reproches y de ira como entorno de crecimiento.

Nunca está de más acudir a un profesional que ayude a resolver ciertos conflictos. En muchas ocasiones, nos enfadamos o cargamos contra alguien proyectando una energía que llevamos con nosotros. Así que la mayor parte de las ocasiones somos nosotros los que cambiando mejoramos esos problemas, en vez de obligar al de enfrente a que cambie.

La pareja debe buscar mejorar su relación a toda costa, sea como matrimonio o como padres, aunque hagan vidas separadas, para cuidar a sus hijos de la mejor manera posible. Es más saludable un matrimonio separado y sano, feliz y pleno, que una pareja bajo el mismo techo odiándose y llenando todo de mala energía.

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