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18 AGO
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En muchas ocasiones hablamos sobre cómo la adolescencia es una etapa muy complicada para cualquier persona. Los cambios físicos, el paso de la infancia a la edad adulta, los conflictos y pensamientos que se presentan por primera vez, los cambios sociales a los que se enfrentan…

Es posible que durante esta etapa el adolescente sienta cierta dificultad para gestionar todos estos cambios, que le supongan retos y que sienta ciertas inseguridades y miedos que repercutan en su vida social, familiar e incluso académica.

En este post vamos a hablar sobre todo del fracaso escolar durante la adolescencia y cómo los padres pueden intentar gestionar este problema para conseguir motivar y estimular al joven estudiante.

El fracaso escolar no es un problema sencillo y puede producirse por múltiples factores muy complicados y diferentes. Eso sí, suele haber ciertos aspectos comunes en los adolescentes que suspenden. La falta de motivación y la falta de autoestima.

Hay que tener en cuenta que los adolescentes están a medio camino entre ser un niño y un adulto y aunque hay ocasiones en las que ‘exige’ ser tratado como alguien mayor, como por ejemplo para comenzar a salir por la noche, en otros ámbitos sigue comportándose como un niño.

Uno de estos ámbitos suele ser el de los estudios, donde se muestran más perezosos, vagos, haciendo ‘lo que hay que hacer porque es obligado’ y sin mostrar ningún ápice de responsabilidad o madurez con los libros.

También hay que tener en cuenta que los que ahora son adolescentes han crecido en la cultura rápida de conseguir todo ya, ahora y como tarde, dentro de dos minutos. Tienen a su alcance tecnología, caprichos y entretenimiento al instante, no suelen saber esperar o postergar el ocio hasta más tarde. Por ello la cultura del esfuerzo y de lo complicado se les suele atragantar más de la cuenta.

Y por supuesto no hay que olvidar la propia idiosincrasia de la adolescencia; comenzar a tener pareja, más posibilidades de un ocio nuevo y atractivo, experimentación, la importancia de los amigos… todo eso puede distraer de las obligaciones.

En otros post hemos hablado de la importancia de la autoestima en esta etapa, de cómo el adolescente la construye según sus éxitos y sus fracasos, según los mensajes que recibe de su entorno (‘estoy orgulloso de ti’ / ‘eres un desastre’), según el lenguaje interno del joven (‘yo creo que puedo con esto’ / ‘si es que no se me da bien, soy un inútil’), de las comparaciones sobre todo negativas (‘mira tu hermana cómo recoge todo y tu nada’) y de los modelos de conducta que tenga alrededor.

Es posible que una mala autoestima mine también el ámbito académico si tienen fracasos. Ante malas experiencias, generan pensamientos negativos de que no sirven para estudiar, su entorno les califica de vagos y se les compara con personas exitosas y desarrollen aún más inseguridad sobre los estudios.

Si las malas notas continúan, ellos mismos refuerzan esos pensamientos negativos y los confirman (‘ya sabía yo que iba a suspender’ ‘ soy un inútil’ ‘no voy a aprobar en la vida’) y el ciclo se repite.

Y por ello, los dejan de lado por actividades en las que saben que destacan o que se les da bien, como los deportes u otras ocupaciones más placenteras que no les suponen ningún reto o esfuerzo mental.

¿Cómo se puede romper el ciclo del fracaso escolar?

- El adolescente debe sentirse protegido por su entorno y debe notar que no está solo ante sus fracasos escolares, sino que su familia está para ayudar y afrontar el problema. Hay que intentar que note que se confía en sus capacidades y que solo es ayuda, ya que él es capaz de hacerlo todo. Se le puede prestar ayuda para repasar un tema, para redactar un trabajo o para comprender un ejercicio, sin invadir, pero haciéndole saber que lo que necesite lo tendrá. Puede expresar rechazo, pero en su interior reconoce el apoyo. Y es importante.

- Empatía. ¿Hace cuánto que no se le dice al hijo ‘sé que cuesta mucho, yo suspendí varias cuando tenía tu edad’? Mensajes como ‘tu curso es muy duro’, ‘la verdad es que comprendo tu frustración’ o ‘esto no se aprueba así como así’ harán que el adolescente se sienta comprendido.

- Ojo con las metas a largo plazo. Debemos hablar de forma abierta sobre el futuro de los estudios. Los adolescentes deben asociar los libros con un trabajo futuro, no con una obligación momentánea. Debemos ayudarles a pensar en qué quiere ser de adulto, qué carrera le interesa y dibujar el camino necesario para llegar. Pero si parece muy lejana y costosa, debemos sembrar el camino de pequeñas metas alcanzables que podamos tachar de una lista de objetivos. Deben ser objetivos que el adolescente pueda conseguir con cierto esfuerzo e ir incrementando su dificultad con el tiempo. Primero vamos a aprobar el trabajo de Lengua. Después, seremos una parte activa en un trabajo en grupo. Más tarde, aprobaremos un parcial. Después, sacaremos más de un cinco en la nota global. Poco a poco. Pero deben ser objetivos que requieran cierto esfuerzo para que cuando los consiga asocie el triunfo con la dedicación previa.

- Es importante que el entorno muestre aprecio por el estudio y por las inquietudes intelectuales y culturales. Siempre es una buena idea que los padres usen parte de su tiempo libre para leer o para estudiar algo nuevo, ya que los adolescentes también aprenden por imitación. Y verán como los padres dedican tiempo, se equivocan, aprenden y mejoran.

- Cuando el adolescente consiga alcanzar sus pequeños objetivos se le debe reforzar mucho de forma verbal, apelando a sus capacidades y a su comportamiento, sin juzgar ni comparar. Algunas de las fórmulas pueden ser ‘qué bien que lo has hecho’, ‘estaba seguro de que podías con eso y con más’, ‘tu esfuerzo ha valido la pena’, ‘te has comportado de forma ejemplar y responsable, muchas gracias’. También hay que incluir ciertos refuerzos materiales o sociales, como permitirle salir una tarde a algo que no suele poder hacer, comprarle algo que le guste o invitarle al cine o a un helado.

- No todo va a ser fácil. Es muy posible que los primeros esfuerzos no obtengan ningún resultado, porque por ejemplo el curso esté muy adelantado y ya no pueda asimilar el temario. Pero hay que intentar centrarse en el esfuerzo y no en las notas. Si el adolescente ha cambiado de actitud y está intentándolo, hay que premiarle mucho dándole mensajes positivos, ‘si sigues así a la siguiente apruebas seguro’, ‘seguro que tu profesor está notando que te esfuerzas más’…

 

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